Gustavo Hormann – enólogo de Bodega Kaiken, llegó en 2016 a Mendoza para asumir el área de enología de la bodega. Luego de momentos difíciles, hoy cuenta con orgullo los logros conseguidos y la fortaleza que siente para seguir hacia adelante con este proyecto que le apasiona.
Por Jorge Cabrera
La historia de cómo desembarcó con toda su familia en Mendoza para hacerse cargo del área enológica de Bodega Kaiken es larga y recuerda cada instancia. Luego de varias conversaciones con Aurelio Montes, -su jefe en la bodega chilena que lleva por nombre el apellido de esa familia viticultora- Gustavo Hormann llegó a la provincia en enero de 2016.
“Cuatro años antes me preguntaron si yo estaba dispuesto a venir a Kaiken. Obviamente, dije que sí. Me considero un ciudadano del mundo. Me da lo mismo el lugar donde estoy. Y mi familia me acompaña. Nunca fue una obligación tener que venir. En Chile, yo estaba en mi zona de confort y venir a Mendoza era todo un desafío”, cuenta a Caminos del Vino.
Sin embargo, los cambios provocan situaciones inesperadas que, de una u otra manera, hay que afrontarlas. Y Gustavo asume que vivió muchas de estas situaciones, incluyendo la pandemia que, aún, lo mantiene distanciado de sus afectos más cercanos ya que no ha podido viajar junto a su familia a Chile. “El hecho de asumir un desafío nuevo, conocer una tierra nueva, conocer gente nueva todo fue re motivante. Al principio, mi familia no estaba muy contenta. A dos meses de haber llegado a la provincia, llovió 28 días sin parar. Nunca olvidaremos ese marzo de 2016. ‘Dónde está la tierra del sol y del buen vino’, me preguntaban mis hijos”, sigue relatando.

Un comienzo de vida en otro lugar que fue duro y costó remontar. Gustavo recuerda también que a los dos años de vivir en Argentina enfermó su hija y fue tan grave que costó que se recuperara. También le viene a la memoria el año y medio de pandemia, otro golpe duro para quienes viven lejos de sus raíces. “Todo esto te hace un poco más fuerte y más independiente. Esa fortaleza te va dando un poco más de valentía para asumir desafíos. Echarle para adelante es lo que me ha dado más rédito y alegría. El hecho de hacer es lo que me tiene más contento”, resume Gustavo y cuenta los logros en la bodega mendocina que, cada vez, está más cerca de la gente.
Nuevos proyectos, apertura al turismo y muchos más desafíos
Gustavo Hormann tenía grandes expectativas profesionales cuando asumió la jefatura de Bodega Kaiken. Sus intenciones pasaban por conocer todo lo vinculado a lo agronómico y técnico, y además tenía la posibilidad de estar en áreas que, en Chile, tocaba tangencialmente; como producción, comercial, atención y viajes.
“Vine con dos ideas fundamentales. Por un lado, tratar de que Kaiken se independizara en todo aspecto de Montes; en su estilo de vino y en la historia que tenía para contar, y por otro lado en tratar de meter conceptos más técnicos en la parte agrícola y enológica. Un día le pedí a Aurelio (Montes) padre que acá en Mendoza, nos dejaran hacer sin tener que depender tanto de él. No dudó en darme la razón y dejarme planificar”.
Y en este empezar a hacer, comenzó por las fincas: replantaron toda la finca de Vistalba, injertaron la mitad de la finca de Agrelo y ampliaron la finca de Los Chacayes. “Vistalba no nos estaba dando la calidad que buscábamos y de a poco la fuimos cambiando. En Agrelo nos enfocamos en las variedades que podíamos sacar de allí. En Los Chacayes modificamos el manejo hídrico; era algo que yo tenía muy claro en Chile. Y fue así que en dos años bajamos el consumo de agua y con ese ahorro plantamos el doble de superficie de la que había. Se notó el cambio en los vinos, en el estilo. No se podía dar un vuelco de timón importante, pero fue un cambio paulatino que fue reflejado en ventas. Vinos con más frescura, menos madera, pero sin exagerar”, comenta.
Hoy, Gustavo sostiene que dejaron de ser una bodega desconocida y que Bodega Kaiken tiene nombre propio. Esto se refleja en los puntajes recibidos, en la crítica recibida y en la mejoría de ventas, entre otros aspectos.
Los sunsets que la bodega realiza –tan famosos en el verano mendocino- fueron otro de los aciertos que el enólogo chileno enumera a la hora de contar cómo salieron a mostrar a Kaiken. “Estos encuentros acercaron al público local. Nunca estuvo puesto el foco en mostrar la bodega, sus jardines. Le dimos una vuelta de rosca con el restaurante de Mallmann. Quisimos hacer un foodtruck, tipo sanguchería en el jardín y se fue transformando en lo que es hoy: uno de los restaurantes más famosos de la provincia y de Argentina. No ha parado de crecer”.
A fin de 2020 y principios de 2021 salieron a la luz dos proyectos nuevos de los que todo el equipo está muy orgulloso: la línea Indómito y Aventura.
“Indómito es indomable; el espíritu más rebelde que queríamos mostrar desde este lado de la cordillera, y libertad. Salirse de los esquemas para poder hacer una propuesta de muy buena calidad, pero con una expresión distinta a lo que nos tenía acostumbrado Kaiken, asegura el enólogo y sigue: con Aventura, la palabra lo dice todo. Es una trilogía de malbec de los Andes mendocinos (de Los Chacayes Sur, Norte y del Valle de Canota). Son vinos expresivos de un terroir donde podemos mostrar la plasticidad, los típicos malbecs de Los Chacayes Sur, con taninos bastante firmes, con bastante frutas. El del Norte con notas salvajes, con más mineralidad y las notas de la nariz que nos evoca más a las violetas, los grafitos y el regaliz. Por último, Canota nos recuerda esos malbecs de primicia del norte del país, con mucha más confitura, mucha más guinda y cereza y un dulzor de boca que te esconde toda la estructura tánica que tiene detrás”, describe.
Antes de finalizar la charla, Gustavo Hormann hace mención al equipo de trabajo y la dinámica que tiene todo el grupo día a día. “Todos queríamos hacer un Kaiken mucho más visible, más amistoso, más cercano y nos subimos todos al mismo buque. El equipo es muy joven, tiene mucha energía. Agradezco mucho los espaldarazos que nos dan del otro lado de la cordillera. Yo noto que todos estamos enamorados de Kaiken y lo que significa Mendoza. Eso me ayudó mucho a mí y a mi familia”.