De la mano de “Pupi” González, enóloga y Gustavo Matocq, gerente de viñedos, ambos del equipo de Pyros, disfrutamos de una nueva recorrida por el Valle de Pedernal, en San Juan, y degustamos los vinos que allí se elaboran. Paul Hobbs es consultor enológico.

El Valle de Pedernal tiene 850 hectáreas cultivadas en total, que está ubicado al suroeste de la provincia a 90 km de la Ciudad de San Juan. Las alturas cultivables del valle van de los 1250 a los 1500msnm. El valle está protegido por una barrera natural, la Sierra de Pedernal.
Es un valle confinado aislado de plagas naturales lo que crea condiciones únicas. Desde el año 2007, el Valle de Pedernal es una Indicación Geográfica (I.G.) vitivinícola, un lugar único y diferente donde nacen vinos argentinos de clase mundial.
¿Cuál es la característica principal de este lugar?
La característica puntual es el suelo: tipo calcáreo geológico, formado hace 480 millones de años sobre una plataforma marina. Es único en la vitivinicultura argentina. Sólo el 7 por ciento a nivel mundial tiene este tipo de suelo. Somos unos privilegiados y no tengo duda en afirmar que vamos hacia un grand cru, estilo La Borgoña. Hay mucho potencial.
¿Cómo impacta la característica de este suelo en los vinos?
Cuando uno prueba los vinos puede darse cuenta del aspecto calcáreo a través de la mineralidad. Los taninos de texturas finas, la frescura, la acidez que está relacionada con el clima. Este clima frío hace que tengamos la posibilidad de cosechar vinos que tienen muy buena acidez y muy buen ph. Es algo natural y eso se percibe. No son vinos redondos que nos llenan la boca, sino que son vinos lineales, más longitudinales. Una buena frescura, una buena acidez.
En general, ¿cómo describís los vinos de Pedernal?
Los vinos de esta zona tienen características bien marcadas: frescura, por el clima frío; notas de jarilla, tomillo, orégano, sobre todo, en los vinos tintos, algo que se encuentra de manera muy natural; y mineralidad, que da texturas en boca.
¿En qué consta el proyecto Pyros?
Pyros tiene 80 hectáreas de malbec cultivadas. Pero también apuntamos fuerte al chardonnay y al cabernet franc y estamos con un proyecto para 2022 de plantar 10 hectáreas de pinot noir, cabernet sauvignon y más chardonnay.
¿Algún próximo lanzamiento?
Como novedad, el año que viene lanzamos un nuevo producto para la línea Apelation; un pinot noir.
¿Y cuál es el feed back que reciben del consumidor de la marca?
Es difícil que el consumidor advierta que se trata de San Juan cuando degusta un vino nuestro. Y cuando digo que es Pedernal, y lo digo con orgullo, es difícil que lo crean. Pero hay que animarse a conocer este lugar que es salvaje, inhóspito. Lo importante es que tiene mucho potencial; hay mucho por descubrir. Pyros va creciendo y va sumando variedad a su portfolio.
¿Hacia dónde va ese crecimiento de los vinos de Pyros puntualmente?
Estoy segura de que Pedernal es una joya y Pyros es el representante en este valle. Estamos desarrollando un estudio de vitivinicultura de precisión. Estamos escuchando al consumidor también. Analizamos hacia dónde vamos; hacia dónde va el mercado. Vamos en búsqueda de un nuevo estilo de vinos; en la que la madera esté presente, integrada en un segundo plano. Que el protagonista sea el terroir y lo que expresa el viñedo.
¿Apuntan a una tendencia más natural del viñedo?
Sí. Cuando decimos que somos poco intervencionistas no nos referimos a dejar que el vino se haga solo; sino que hay que tener la sutileza de conocer el lugar, conocer el clima y saber hacia dónde ir. Nosotros somos pocos intervencionistas porque trabajamos con levaduras indígenas, poca madera y demás. Pero creo que lo que veo es lo que se viene: conocer en detalle el terroir. Estamos haciendo una certificación para tener viñedos orgánicos.
El suelo, en detalle
“En la primera calicata (bloque 4) de la finca de Pyros en Pedernal hay un mix de dos tipos de materiales de rocas”, explica Gustavo Matoc, el ingeniero agrónomo, a cargo del viñedo, y agrega: “las que vienen de la parte calcárea, del este (Sierra del Pedernal) que es puro calcáreo geológico, y las que vienen del oeste (cordillera de los Andes) que son silicatos”.
Todo este material mezclado forma un material fino que es arena, limo y arcilla y da texturas franco arenosas. Esa combinación hace que esos suelos tengan una infiltración y una retención únicas. “Eso genera en el crecimiento de las plantas un importante sistema radicular que hace que el balance de la parte de raíz con la parte área sea increíble y nos permite tener desarrollo de canopias y relacionar el follaje con la uva en una relación hoja-fruto ideal. Eso es que lo que genera este lugar”, aclara.
Matoc asegura que no conoce ninguna zona parecida a la descripta en toda Argentina.