Se trata del lugar, del paisaje, del clima y del suelo. Hablamos de la historia del productor y de quien hace el vino: lo que está haciendo y su interpretación en ese momento. Cada cosmovisión también se ve reflejada. Un vino además debe hablar del año. Las añadas en el tiempo tienden a separarse.
Un vino no sólo se compra por el lugar, también por el productor
Creo que Q, al final, cuenta todas esas historias porque ha ido evolucionando naturalmente; la familia se ha mudado desde alturas menores hacia el Valle de Uco. También está la expresión de lo que la familia entendía o de quien hacía los vinos en ese momento, y como productor también vas cambiando. Para mí ese es el futuro, inclusive en Borgoña. Vos vas allá y no comprás un vino sólo por el lugar, también por el productor. Siempre la compra de un vino es una tabla de tres entradas: productor o lugar, lugar o productor y año en el que fue hecho.
Es difícil hablar de calidad como palabra
Es difícil hablar de calidad como palabra. Lo que no se negocia es el hacer las cosas bien y tratar de hacerlas bien desde la concepción que teníamos en cada momento, teniendo en cuenta que el vino es subjetivo. Para vos puede no ser tan fenomenal o impactante lo que para mí sí. El vino también es una experiencia: cuando tomás uno de Toscana estás tomando un vino de la región, el Renacimiento, la comida de la zona; estás recibiendo un montón de información. Por eso Argentina tiene también una posibilidad tan grande de lo que puede contar el lugar. Están los paisajes, la comida, el tango, el fútbol y un montón de elementos culturales que nos dan mucha identidad.

En mi familia no hemos tratado de agradar a nadie
Si hay algo que me gusta de mi familia es que no hemos tratado de agradar a nadie sino de hacer un camino de lo que veíamos que podíamos hacer en cada momento. No hemos hecho vinos porque lo dice un estudio de mercado sino pensando en lo que creíamos que había que hacer en un determinado momento y lugar.
Mi primer recuerdo de Q
Mi primer recuerdo de Q es un palo con la letra “Q” en el viñedo que empezamos a trabajar en el año 1996, un vino que salió después del ‘97, un viñedo de Tempranillo muy viejo de donde sigue saliendo Q hoy. Había además un letrero que decía, “este lugar es diferente a los otros”. Hay una línea y hemos ido cambiando, pero el Tempranillo Q es el único que quedó fuera del Valle de Uco porque el viñedo es muy especial, son árboles y es un viñedo que plantó mi abuelo. Ese viñedo tiene sentido por su historia, por lo que significa, pero también por la calidad que posee. Con los demás hemos ido escalando hacia el Valle de Uco. En el ‘97 salió el Tempranillo Q, que lanzamos en el ‘99. En el ‘98, el peor año de la historia por el fenómeno del “Niño”, largamos Malbec, Cabernet, Merlot y Chardonnay. Después hemos ido evolucionando y hoy la línea Q es Chardonnay, Malbec, Tempranillo, Cabernet Sauvignon y Cabernet Franc, que se sumó ahora.
Cuando sos capaz de mejorar por arriba de la añada no importa la añada
Creo que el vino tiene que tener una mirada más allá de la moda y de los cambios en los que vivimos, tiene que tener la posibilidad de vivir un largo tiempo. Yo me imagino a Q en 20 años, cambiado y mudado, quizás menos de lo que mudó hasta ahora porque hemos hecho un ajuste grande, pero tal vez en detalles y filosofía. Cuando sos capaz de mejorar por arriba de la añada no importa la añada, tu vino cada vez es mejor, por ejemplo, que el del 2000 sea mejor que el de 1999, sino que sean distintos. Y para mí, algo muy importante, es que Q debe ser fiel a eso.
Soy un tomador de vino antes que un hacedor
Yo soy un tomador de vino antes que un hacedor y cuando compro o abro una botella de vino espero que me pasen algunas cosas. La primera es que el vino me cuente una historia: en este caso es la de una familia que lleva mucho tiempo viviendo, creyendo y haciendo vinos en Mendoza, te cuenta la variedad pero también el lugar exacto dónde está el viñedo. Después, quiero que me de placer y que me quiera tomar una botella: Q busca el equilibrio, el balance, ser un vino que te da complejidad, frescor y ganas de beber. Lo tercero que me pasa es que quiero que maride bien con comida, entonces Q creo que es un vino para comer.
No quiero hacer en este momento muchos más vinos de los que hago, quiero concentrarme más en que tengan profundidad sobre el conocimiento. Si todo es novedad entrás en un circuito muy de moda, muy efímero y el vino es lo opuesto eso.
Muchas personas se formaron en la empresa; al final hay un estilo y una identidad Zuccardi.
En el equipo enológico entienden lo que estamos haciendo, hay cariño por la familia y hay comprensión; también conciencia del trabajo en equipo. Por ejemplo, Rubén, que es quien empezó con Q y quien hace actualmente Santa Julia, lleva más de 30 años trabajando con nosotros, y ha entendido y ha sido capaz de evolucionar en cada momento. También hay un equipo joven que hace mucho que trabaja; algunos empezaron con mi papá y otros conmigo. Muchas personas se formaron en la empresa; al final hay un estilo y una identidad Zuccardi.
Nosotros hacemos vinos de montaña
Nosotros hacemos vinos de montaña. Lo que genera nuestro desierto es la Cordillera de los Andes que a su vez genera luminosidad y altura, también el agua y los suelos. Esa es la matriz y el origen y lo que le da identidad a todo lo que hacemos. Después hemos hecho un camino, pero cada finca ha encontrado su objetivo, su ser y su sentido. Nosotros como personas unimos esos lugares sabiendo que cada uno puede dar algo diferente.