Ramiro Balliro, humanizando la enología del Valle de Uco

Ramiro empezó a trabajar en Bodega DiamAndes en enero del 2017 luego de venir de otro proyecto también en el Valle de Uco. \”Se abrió la posibilidad de entrar en DiamAndes a partir de un aviso y me postulé, fui pasando las entrevistas y quedé\”. Así, con esa simpleza y humildad, la misma con la que cocina un uno de los mejores corderos y chivitos del Valle de Uco, va resumiendo su llegada la familia Bonnie. Y como lo refiere el nombre de la bodega, una mezcla entre diamantes y Los Andes el desafío no era menor, cada botella y cada vino tenían que tener el nivel de perfección, equilibrio y elegancia de un diamante. Esa fue la filosofía y la forma de empezar a trabajar con todo el equipo, el de Francia y el de Argentina. Acá la nota que hicimos luego de una maravillosa degustación.

En búsqueda de la excelencia y la viticultura de precisión

Soy tremendamente meticuloso. Creo que la excelencia es lo que hay que buscar en todos los aspectos de la vida. Muchos dirán que es imposible, pero creo que tiene que estar esa búsqueda permanente para progresar, hay que seguir estudiando y mejorar año a año. La vitivinicultura es un ciclo anual que se renueva y te toma examen todos los años. En mi caso, la suerte que tengo es que en DiamAndes la familia pone todos los recursos tecnológicos y humanos para llegar a esa meticulosidad. Entonces lo que hacemos es asumir esa gran responsabilidad para aprovechar esos medios de la mejor manera. Creo, también, que la vitivinicultura del pasado desapareció y ahora estamos en un mundo donde hay que hacer viticultura de precisión, con el cuidado de los recursos, de la producción y del medio ambiente. Eso es tan importante como el producto que uno sale a vender. Creo que toda la tecnología que se usa tiene que estar al servicio del entorno para, a su vez, mejorar los vinos.

El equipo, el viñedo y Michelle Rolland

Tenemos un gran equipo humano, un asesor externo que conoce el Valle de Uco y sabe del terruño, el Ing. Agr. Enzo Mugnani, que es un hombre de la tierra, un viticultor con vocación de enseñar. Además está el jefe de cultivo de los viñedos de los tres proyectos de la familia, Benoit Prevoteau, que conoce mucho del terruño en Francia y por supuesto las 130 has que tenemos acá. Él me da su visión de la situación y es consciente de que no es la misma que la de un viñedo en Burdeos. Entre ellos dos me hicieron viticultor, de lo que estoy muy agradecido, y me han transmitido una sensibilidad y una pasión que no se aprende en los libros. La viticultura te tiene que gustar.

Por otra parte trabajar con Michelle Rolland lo sintetiza un muy bien Marcelo Pelleriti sobre lo que significa: “Imaginate que sos corredor de Fórmula 1 y tu compañero de equipo es Schumacher”. Te nivela para arriba porque no tiene miedo de compartir conocimientos, es una eminencia y hablar con él de vinos, escucharlo, es siempre un placer. Con pocas palabras dice mucho.

El vino ícono

Llevamos tres años con buenas vendimias, como ha sido 2017, 18 y 19 y estamos en un terruño que es excepcional. Y eso nos da la posibilidad de ir investigando y animarnos a trabajar para elaborar algo nuevo, un vino ícono, pero sabemos que debe estar a la altura de un Gran Cru Classé. Nos pasamos mucho tiempo buscándolo pero todo el equipo quiere estar seguro de tenerlo y salir con algo sorprendente. Esa es la filosofía.

El mensaje para los consumidores

Primero, creo que tenés que tomar el vino que te guste, que acompañe o que maride una comida. El vino te gusta o no, y hay que buscar la simpleza. Hay que encontrar en lo simple lo formidable, y es lo que nosotros buscamos. El vino tiene que atraparte y gustarte, no tiene que ser tan complicado. Por eso también es importante el trabajo de los comnicadores y los críticos de vinos para dar a conocer lo que hacemos. Para nosotros es de gran ayuda, sobre todo en bodegas nuevas.

Cabernet Sauvignon, el rosado y los blancos

Tengo un amor especial por el Cabernet Sauvignon. Muchas personas que vienen de afuera y esperan tomar Malbec, que son impresionantes, prueban también el Cabernet Sauvignon y quedan sorprendidos. Lo llevo bien en el corazón como al Viognier, una cepa que descubrí en DiamAndes y que es de una elegancia y delicadeza increíble. También veo cosas interesantes en los rosados, al principio eran casi un tintillo, y ahora es de un tono rosa muy tenue, piel de cebolla. El boom del rosado que se vive es por el cambio que hubo en el estilo de elaboración, en la forma de ver la uva específica para hacer vinos rosados. Eso mejoró la calidad, budcando el punto de madurez exacto. También me gusta mucho el Chardonnay. Me gustan mucho los blancos.

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