Más allá de sus aportes a la vitivinicultura, Alejandro \”Pepe\” Martínez Rosell es un tipo con una sinceridad que te invita a conversar, a compartir una botella de cualquiera de las burbujas que elabora, y solamente disfrutar el momento. Así te lo presentamos, un apasionado por su familia, por su jardín, por la naturaleza y por el deporte uno de los legados que le dejó su papá, arrancando con la natación durante 11 años de forma competitiva, \”fue mi deporte de formación, y a partir de ahí todas las actividades que el club permitía las hice. Jugué al tenis, también remé un poco, al fútbol que es una pasión eterna; y algo que desde chico y mucho antes de estos deportes me apasionaba que era esquiar y que por suerte a mi mujer también le gusta\”.
Su casa y el jardín
\”Tengo la suerte de vivir muy cerca del trabajo. Esta casa es la casa paterna, nosotros tuvimos la posibilidad desde el 2001 de vivir en nuestra casa que está dentro del predio de 33 ha de viñas que mi abuelo anexó a la bodega y a la destilería. Y además de estar cerca, tiene un jardín grande que me da otra forma de despejarme, porque soy el que lo mantiene (risas) entonces cuando termino acá en la bodega llego y pongo la mente en off… siempre me gustaron las plantas.\”
Sinceridad y pasión sumados al trabajo
\”Yo me defino como extrovertido, pasional, también tengo mi cuota de autoexigencia. Y en este camino de vida, me han acompañado mi esposa y mis hijos. A los que he transmitido mi pasión, y han comprendido el esfuerzo familiar donde hemos salido adelante trabajando. Hoy nuestros tres hijos ya recibidos me llenan de orgullo. Por suerte, Ignacio el del medio, lleva incursionando en la vitivinicultura hace un par de temporadas, trabajando afuera: dos temporadas en Napa Valley, una temporada en Nueva Zelanda, otra en Francia, una en Pensilvania y ahora está comenzando con un proyecto acá en Mendoza\”.
El destino de volver a trabajar en Rossell-Boher
\”Por parte cronológica, este proyecto lo empezamos a gestar con Nicolás Carrasco cuando se da la posibilidad de comprar este bodega, que había sido parte del patrimonio de mi familia, de mis abuelos, de mi padre y sus hermanos. Y desde ese momento empiezo un camino que no sé donde culmina, porque la vida me presenta a mí el legado de mis padres que me decían, sin resentimiento que él no podía aceptar la pérdida de su bodega de la forma que la había perdido. Y siempre nos decía, pero fundamentalmente a mí, que yo tenía que ser alguien que la recuperara, no lo decía pensando como patrimonio de familia, porque no había plata para comprarla; pero sí que había que hacer algo para que no la demolieran\”.
La historia
\”Un día trabajando en Navarro Correas, fueron a ofrecer una bodega para que Navarro Correas comprara, diciendo que tenían una joya que estaba es Chacras de Coria. No había en ese momento dos bodegas que cumplieran estas características. Esa joya terminaba siendo la bodega de la familia Martinez – Rossell. En ese momento no quise decir nada porque no quería contaminar la parte laboral con la parte de esparcimiento que era Chacras de Coria. A los 5 meses volvieron y me dijeron: Ingeniero Usted no se puede perder esta oportunidad, y así fue que terminé siendo artífice de la compra de esta bodega para quien yo trabajaba, un gran padre laboral que tuve, al que respeto y le tengo un gran aprecio, que es Antonio Nicolás Carrasco. Fue así que él sin conocer la bodega y sabiendo que era patrimonio de mi familia, dijo comprémosla para que cuando se pudiera se rescatase toda la historia de la familia Martínez-Rossell, y ese fue el puntapié inicial, pero con una advertencia… Ya que no quería truncarme la carrera profesional, en ese momento la bodega Navarro Correas estaba en manos de la multinacional Diageo, por lo cual propuso trabajarla de otra manera y cuando se pueda vamos a encarar el proyecto de lo que es la ex bodega de tu padre y de tu abuelo, me dijo. Y bueno yo seguí en Navarro Correas, y debido a los cambios en la situación económica del país, hicieron que Diageo rompiera el vínculo con la bodega y quedamos en la calle 104 personas; entre los cuales por mi cargo era la cabeza de esas 104 personas que quedaban sin trabajo. Entonces Carrasco, me llamó diciéndome que así como había sido el motor de la compra, tenía el deseo de que me hiciese cargo de este proyecto. Me costó 15 o 20 días pensarlo, porque tenía que aceptar y todavía no supero, esa parte emotiva, de volver a trabajar en algo que había sido de la familia. Hasta que pude entrar a la bodega y recordé las palabras de mi padre, y prioricé eso\”.
El proyecto Rossell-Boher
\”Este proyecto, si bien es chico, la diversificación que tenemos es mucha, con el tiempo fuimos creciendo con los espumosos pero nunca dejamos los vinos tranquilos. La crisis económica del 2001-2002 no nos permitió, y tampoco se generó un contexto para hacer una apuesta a futuro. En cambio, hoy en el 2017, con los nuevos propietarios y el nuevo directorio, del cual soy parte, hemos definido que a la alta gama de espumantes, vamos a ir acompañándola con una alta gama de vinos tranquilos. No queremos demostrarnos nada, estamos convencido que en cuanto a la materia prima, podemos entregar un producto al mercado argentino que puede ser muy competitivo. Debido a una muy mala comunicación empresaria, nadie supo que hacíamos vino; sumado a que en el año 2002 lanzamos una línea vino joven sin madera, que se llamaba “Viñas de Narvaez”. Y tampoco había mucha intención de integrar la marca de esos vinos con los espumosos. Por lo cual si bien la gente empezó a tener un seguimiento de esa línea, no conocía que provenían de Rossell-Boher. Recién en el año 2004 sacamos nuestro primer Casa Boher, como una familia marcaria dentro del paraguas. Si bien había una asociación con el apellido Boher, tampoco había mucho para comunicar. Hoy haciendo una vuelta de página, es nuestro deseo consolidar la línea de espumantes con nuestros 4 productos ya conocidos y nuestro Gran Cuveé 70 meses; y a estos acompañarlos con vinos de nuestra línea Casa Boher con sus 5 varietales, 4 tintos y un blanco, donde ya tuvimos nuestro primer desafío y con mucho éxito, al sacar nuestro primer gran reserva. Hoy ya estamos encaminados para sorprender con algunos nuevos productos para este año.
Las fincas
\”Tuvimos la posibilidad de sostener y haber conseguido un patrimonio en el año ’91, en La Pampa, Tunuyán, en la ruta 89, pasando el arroyo Las Tunas subiendo 5 km y medio, entre una cota de 1200 a 1300 msnm con una superficie de 90,5 ha toda la superficie con derecho de riego superficial, pero tecnificado con riego por goteo y de las cuales hay 37,5 ha recién implantadas. Hoy lo complementamos con un desarrollo en Alto Agrelo, donde también tenemos el Lodge Rossell-Boher, desde el año 2012\”.