Diana Fornasero: cuando el terroir se elige hilera por hilera

En Viña Cobos, hablar de innovación no es un eslogan, sino una práctica constante. Con más de una década en la bodega, la enóloga Diana Fornasero lidera junto a su equipo un proceso que ella misma define como un “reseteo”: una búsqueda de excelencia que empieza en el viñedo y se refleja en cada copa.

“Estamos presentando las añadas nuevas de nuestra línea Viñedos Propios: Hobbs (Agrelo, Luján de Cuyo), Zingaretti (Villa Bastías, Tupungato) y Chañares (Los Árboles, Tunuyán). Son vinos que muestran una evolución: dejaron de ser vinos de parcela o de un viñedo en específico, para pasar a ser de hileras seleccionadas”, explica Diana.

Esa precisión, casi artesanal, busca capturar la esencia de los lugares que mejor expresan el carácter. El Malbec, presente en los tres, demuestra cómo un mismo varietal se transforma según el terroir, a su lado, y ampliando el abanico de esta colección de lujo, se suman el Cabernet Sauvignon (Hobbs) de Luján de Cuyo, y el Chardonnay (Zingaretti) y Cabernet Franc (Chañares) del Valle de Uco.

Del terreno a la degustación

Aunque la tecnología y los mapeos satelitales son aliados imprescindibles, para Diana la clave sigue siendo sensorial: “No está 100% determinado por análisis, sino por degustación. Ir al viñedo, masticar el grano, sentir la textura, la concentración, los taninos. Eso nos conecta con el lugar y guía nuestras decisiones”.

“La idea es mostrar el lugar, la selección que buscamos y, sobre todo, el trabajo de investigación que hay detrás, lo estamos haciendo desde Felino hasta Cobos”, aclara. Muchas veces mostrábamos el vino, pero no todo el trabajo de la gente de viñedos que hay detrás de cada botella”.

Esa investigación se traduce en acciones concretas: el equipo realizó 78 calicatas en el viñedo Zingaretti para entender la composición del suelo no solo a nivel técnico, sino también visual y sensorial. “Queremos que esa profundidad se vea reflejada en los vinos”, dice Diana.

Una nueva generación, la misma esencia

La decisión de avanzar hacia esta selección más precisa de hileras nació del equipo técnico. Fornasero, junto con la ingeniera agrónoma Marina Miceli, forma parte de un grupo joven de profesionales —ninguno supera los 35 años— que combina pasión, curiosidad y rigor técnico. “Somos cuatro ingenieros agrónomos y tres enólogos. Y cuando el equipo es joven, siempre querés buscar más, moverte, hacer cosas. Nos preguntamos: si ya hacemos grandes vinos, ¿de qué manera podemos hacerlos aún mejores?”, reflexiona.

En Viña Cobos, el largo plazo también es una brújula. “Paul Hobbs siempre tiene una visión a largo plazo. Te habla del proyecto de Viña Cobos hacia 2030, y eso en Argentina no es común. Nosotros vivimos mucho en ese modo: proyectando y creciendo”, señala.

Evolución sin perder el alma

Con la nueva cosecha 2022 lista para llegar al mercado, Fornasero reafirma que la esencia de Viña Cobos sigue intacta: “Estamos muy afianzados en el estilo de vino que hacemos, pero evolucionando hacia una nueva era. Siempre dentro de nuestra identidad”.

Esa evolución se traduce en vinos con más capas y complejidad, tanto en blancos como en tintos. “Cuando seleccionás hileras específicas, el vino gana otra dimensión. Son pequeñas diferencias que hacen grandes resultados”, asegura.

A doce años de haber empezado en la bodega, Diana sigue encontrando inspiración en cada vendimia. “Lo más importante es no quedarte. Cada año, cada cosecha, es un mundo distinto. Y nuestro desafío es seguir a la altura de lo que el consumidor espera de Viña Cobos: excelencia y consistencia”.

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